Es el carnívoro nativo más grande de Madagascar. A pesar de su fuerte
parecido tanto físico como en costumbres con los cánidos y félidos, el
fosa es en realidad un representante de los eupléridos. Dada la
ausencia de otros mamíferos carnívoros en Madagascar, el fosa es el
depredador dominante de la isla y principal cazador de los lémures
después del hombre. Desciende de alguna especie de civeta que en
tiempos remotos cruzó el canal de Mozambique, probablemente sobre
balsas naturales de ramas y troncos arrastrados por las olas. El gran
tamaño de los animales actuales (dos veces el de un gato doméstico, por
lo que son los eupléridos actuales más grandes) es un claro ejemplo de
gigantismo insular.
En Madagascar, el fosa es tenido por un animal casi diabólico.
Circulan todo tipo de leyendas sobre él advirtiendo de su supuesto
peligro para los humanos, desde que es capaz de adormecer a una persona
lamiéndole la cara para luego arrancarle los intestinos, hasta su
supuesta fijación por raptar bebés humanos. En las zonas rurales se le
acusa de matar gallinas, patos y cerdos. Por ello, no son raras las
batidas para acabar con algunos ejemplares, a pesar de que la especie
está protegida por el gobierno de Madagascar. La caza, unida a la
destrucción de su hábitat, ha reducido enormemente su población. Fue
declarado vulnerable por la IUCN en 2008, y se estima que hoy en día
deben de quedar menos de 2500 ejemplares en libertad,1 algo
catastrófico debido a lo poco que se sabe aún de su biología y
comportamiento en su medio natural.
Los fosas no son merecedores de la fama que tienen en Madagascar.
Se acostumbran fácilmente a la vida en cautividad, donde se muestran
dóciles y afectivos con sus dueños.
Descripción física del animal
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